Mente sana en cuerpo sano en la tercera edad
La típica imagen de un adulto mayor en una silla
mecedora está quedando atrás. Esto, gracias a que cada vez más personas de la
tercera edad tienen conciencia de la importancia de llevar una vida activa y
saludable.
El geriatra de Clínica
Alemana de Santiago Eric Blake explica que “el envejecimiento trae consigo
pérdida de la fuerza física y masa muscular que, al acumularse, produce también
una disminución de la funcionalidad, es decir, de la capacidad que tienen las
personas de desarrollar las actividades de su vida cotidiana". Por esto es
fundamental intentar retardar este proceso, de manera de conservar una buena
calidad de vida el mayor tiempo posible.
La clave para mantenerse
saludable es evitar el sedentarismo, que para el doctor Blake es un
"círculo vicioso" promovido por la misma sociedad, que muchas veces
entrega la idea errónea de que la inactividad es sinónimo de confort y de un
buen estándar de vida.
Los
ejercicios:
Los beneficios de llevar una vida activa y en particular de hacer ejercicios controladamente son que se mejora el estado físico y psicológico, aumenta la funcionalidad y se previenen enfermedades como obesidad, diabetes e hipertensión arterial, y se reduce la mortalidad. Además disminuyen las caídas, las que pueden ser muy graves a una edad avanzada.
Un punto muy importante a
la hora de romper con las tendencias sedentarias de la vida moderna es saber
qué ejercicios debe o no debe realizar una persona mayor de 65 años. Un
ejemplo, para caminar no se necesita un mayor equipamiento ni asesoramiento de
especialistas. Basta con tener buen zapato de marcha, con no moverse por
superficies muy exigentes y asegurarse que las condiciones climáticas sean las
adecuadas, ya que para un adulto mayor andar sobre un suelo resbaladizo
bajo la lluvia puede ser una invitación a, por ejemplo, una fractura de cadera.
La clave es partir lento y continuar en este ritmo.
También hay otros
ejercicios que pueden hacerse en la casa, como sentarse y parase de una silla,
subir o bajar un escalón, asegurándose, eso sí, de contar con los apoyos
respectivos. En el hogar también se pueden utilizar elementos más sofisticados
como la bicicleta estática, que es bastante segura, si se practica suavemente.
Ahora bien, si se busca un
nivel de exigencia mayor, esto también es posible, pero realizando antes una
evaluación médica. El doctor Blake asegura que el entrenamiento mejora la
capacidad física de los pacientes entre el 10% y el 30%. Y recomienda, entre
otros, los ejercicios en piscinas que "tienen múltiples ventajas, ya que no
se lucha contra la gravedad como fuera del agua, hay un rango de movimientos
mayor y es más fácil de lograr en el agua tibia, que relaja la
musculatura".
Asimismo, en general, son
aconsejables los ejercicios de movimientos largos, que involucran grandes grupos
musculares, pero sin forzarlos en exceso. Si se busca incrementar la fuerza
física es necesario ejercer algún grado de presión contra el músculo, pero no
se deben efectuar levantamientos de pesas muy importantes, ya que esto aumenta
la presión arterial, otra patología importante en los adultos mayores. Por ello
se recomienda más bien hacer ejercicios repetitivos y de tipo aeróbicos.
Lo ideal es efectuar
diariamente 30 minutos de ejercicio, que pueden ser repartidos durante el día,
en periodos más cortos. Eso sí, antes de comenzar es necesario realizar un
precalentamiento adecuado, el que incluya elongación y flexibilidad.
"Además, tiene que
haber una muy buena hidratación, particularmente si la persona se va a exponer
al sol; tomar por lo menos medio litro de líquido, una media hora antes de la
sesión. Después hay que beber un cuarto de litro más mientras se llevan a cabo
los ejercicios, y luego volver a tomar agua de regreso al hogar", explica
el especialista.
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